miércoles, 2 de mayo de 2012

 

El campo se viste de flores para María, la madre de Jesús,

la Madre nuestra.


La Iglesia ha dedicado el mes de mayo a María, a la dulce Reina de nuestras vidas, es por eso que comenzando con una simple oración le regalamos nuestro corazón:

"Oh María, oh dulcísima, oh dueña mía!.
Vengo a entregarte lo poco que poseo yo, pues sólo tuyo soy para que lo pongas en oblación ante el Trono de nuestro Señor.
Te doy mi voluntad, para que no exista más y sea siempre la Voluntad del Padre Celestial".

Cada día del mes de mayo tiene que ser una flor para María.
Por eso le regalaremos en cada jornada de su mes una meditación, una oración, una decena del Santo Rosario y una florecilla.
De este modo iremos formando un ramo de flores para nuestra Reina del Cielo que nuestros ángeles custodios le llevarán en actitud de veneración.




















Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza.
A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma vida y corazón.
Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Amén.

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Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María.
Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María.
Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María.
En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María.
No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón;
y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud.
No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en ella piensas.
Si ella te tiene de su mano, no caerás;
si te protege, nada tendrás que temer;
 no te fatigarás sí es tu guía;
 llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara.  ( San Bernardo )

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Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.

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¡Madre mía, confianza mía!

¡Oh Madre mía!, ¡Oh esperanza mía!

Bendita sea la Santa e Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, madre de Dios.

Gloriosa reina del Carmen, ruega por nosotros.

Inmaculada reina de la paz, ruega por nosotros.

Madre de amor, de dolor, ruega por nosotros.

Madre de misericordia, ruega por nosotros.

Madre del Perpetuo Socorro, rogad por nosotros.

María, esperanza nuestra, ten piedad de nosotros.

María, madre de gracia, protégenos del enemigo y ampáranos en la hora de la muerte.

María, virgen madre de Dios, ruega por mí.

Muestra que eres Madre.

Nuestra Señora del Pilar, rogad por nosotros.

Nuestra Señora de Cortes, de Los Llanos, rogad por nosotros.

Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por nosotros.

María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti.

Oh María, haz que viva en Dios, con Dios y por Dios.

Oh María, que entrasteis en el mundo sin pecado, obténme la gracia de salir sin pecado de esta vida.

Oh Santa Madre, haz que las llagas de tu Hijo queden impresas en mi corazón.

Reina de los apóstoles, ruega por nosotros.

Reina del santísimo rosario, ruega por nosotros.

Santa María Libertadora, rogad por nosotros y por las ánimas del purgatorio.

Santa María, esclava del Señor, ruega por nosotros.

Santa María, esperanza nuestra, asiento de la sabiduría, ruega por nosotros.

Santa María, estrella de Oriente, ayuda a tus hijos.

Santa María, líbranos de las penas del infierno.

Virgen de Fátima, de Montserrat, de Lourdes, rogad por nosotros.

Virgen dolorosísima, ruega por nosotros.

Virgen, Madre de Dios, María, rogad a Jesús por todos nosotros, tus humildes hijos, que recurrimos a Vos.


“El nombre de la Virgen era María” (Lucas 1,27).
Según la tradición cristiana a la Santísima Virgen le impusieron ese nombre por especial designio de Dios, significando en arameo Señora,
en hebreo Hermosa
y en egipcio Amada de Dios.