Sigues amando, Señor
Sigues amando, Señor
Clavado en el madero de la vida
con el cuerpo llagado
coronado de espinas
y sigues perdonando, Señor.
Veo tu rostro, Señor
entre la gente
en la cola del paro
en la familia desahuciada
en el inmigrante sin papeles
en el enfermo sin medicinas
en el anciano olvidado
en el joven sin futuro
en el obrero sin derechos
en el niño que acude, sin bocata a la escuela
veo tu rostro, Señor.
Tú, Señor que eres Luz
ilumina este mundo de tinieblas
abre los ojos cerrados del poder
y humaniza los corazones de piedra.